COMPROMISO NUPCIAL
INTRODUCION:El amor es un don del cielo; cultivados en los jardines celestiales. El amor es perfume delicado que embalsama nuestras vidas. La música es poesía, es como limpia corriente de un cristalino manantial. El amor es luz, magnífica y esplendente que con sus rayos de oro, ilumina el sendero de nuestras vidas. El amor es un precioso don que recibimos de Dios. Los que son movidos por el amor verdadero, son enseñados por el Espíritu Santo, y aman primeramente a Dios y a su prójimo como a sí mismos. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. (1Juan 4:8).
En este tiempo se celebrará el “Día de los enamorados “y con el programa que queremos presentar, deseamos impartir sanos consejos que la sierva del Señor ha dejado para la juventud cristiana.
Dice Elena G. De White lo siguiente: “El cristiano sincero no hará planes que Dios no pueda aprobar”, y continúa diciendo: Los jóvenes cristianos deberían tomar gran cuidado en la elección del compañero para la vida, y pensar si con el paso que puedan dar, agradarán a Dios.
PERSONAJES
Orquidea (Amiga)
Roberto (Novio)
Madelín (Novia)
Carlos (Amigo)
Conciencia (Un joven)
ESCENOGRAFIA:
Salita modesta de un hogar cristiano
BIBLIOGRAFIA:
La Biblia y Montaje para jóvenes.
MUSICA ESPECIAL:
(Entra Madelín muy contenta a probarse en velo nupcial).
MADELÍN:¡Qué feliz me siento!... Ya quedan pocos días para mi boda; voy a lucir una novia muy linda. Me probaré mi velo nupcial para ver como me queda. ¡Oh, qué lindo es! (Tocan a la puerta)
ORQUIDEA: Buenas noches, mi querida amiga, veo que luces muy linda.
MADELIN: Buenas noches, llegas a muy buena hora, pues en estos momentos me estoy probando un velo nupcial. ¿Qué te parece? ¿Estoy bonita?
ORQUIDEA: ¡Muy bella! Vas a ser la novia más linda del mundo.
MADELIN: Pero siéntate mi amiga, que quiero que me ayudes a dedicar las invitaciones. ¡Mira qué finas son!
ORQUIDEA: Es verdad, son muy finas. Tienes muy buen gusto. Pero quiero hacerte una pregunta. Dime ¿Y tu mamá está contenta con tu boda?
MADELIN:¡No! Porque ella dice que como mi prometido no es cristiano, ella no va a asistir a la boda, pues dice que ese tipo de unión entre un joven que no es cristiano y una señorita que lo es, no está aprobado por Dios. Pero tú sabes, aunque mi prometido no es cristiano, es un joven muy caballeroso y bueno. Y él me ha dicho que no se opondrá nunca a mi religión. ¿Qué tu crees?
ORQUIDEA: Bueno, yo creo que tu mamá está en lo cierto, pues es una unión anti bíblica.
MADELIN: ¿Y tú también opinas como mi mamá? Roberto es un buen muchacho y trabajador, decente, serio y sobre todo que me quiere mucho. El no se opone a mi fe, y muchas veces me acompaña a la iglesia.
CONCIENCIA: (Detrás de la cortina) ¡Señorita, señorita!
MADELÍN: ¿Mi conciencia? Y,,, ¿qué me quiere decir?
CONCIENCIA: Escucha, los jóvenes cristianos deben tener gran cuidado en la elección de un compañero para la vida. Ten cuidado, no sea que lo que ahora creas que es oro puro, se convierta en vil metal. Las relaciones mundanas tienden a poner obstáculos en el camino cristiano. Los hijos de Dios no se deberían aventurar jamás en terreno prohibido.
MADELIN: ¿Tú oíste mi amiga? Me parecía que alguien me hablaba.
ORQUIDEA: ¡No! Yo no oí nada.
MADELIN: Bueno, sigamos los preparativos, que quedan pocos días para mi boda, y quiero que todo esté bien preparado para lucir bien elegante y bonita.
ORQUIDEA: Mi amiga. Yo quiero ayudarte para que tu boda quede muy lucida, pero me da tristeza que tu mamá no asista.
CONCIENCIA: ¡Madelín! ¡Madelín!
MADELIN: ¡Otra voz! Veré por la ventana para ver quién es.
CONCIENCIA: ¡Madelín! No hace falta que te asomes a la ventana, pues soy tu conciencia.
MADELIN: ¡No!...No quiero escucharte.
CONCIENCIA: ¡Sí!...Tienes que escucharme. El matrimonio entre creyentes e incrédulos está prohibido por Dios. ¡No te apresures!
MADELIN: ¡No quiero oírte! Roberto es un buen muchacho y me ha prometido no oponerse a mi religión; por lo tanto no quiero oír más tus reproches.
ORQUIDEA: ¿Qué te pasa mi amiga? Veo que estás hablando sola.
MADELIN: Nada. Es como una voz que me hablara desde lejos, pero no le voy a hacer caso a esa voz, pues tengo muchas cosas que preparar para estar perdiendo el tiempo, escuchando a esa voz misteriosa.
ORQUIDEA: Mi amiga, yo quiero regalarte el bizcocho de boda, y quiero que escojas en este catálogo el modelo que más te gusta para mandarlo a hacer.
MADELIN: Déjame escoger el modelo más lindo, pues quiero que todo en mi boda sea muy refinado.
CONCIENCIA: ¡Madelín! ¡Madelín!
MADELIN: ¡Otra voz! ¿Quién me vuelve a llamar?
CONCIENCIA: Soy yo, tu conciencia que no te deja en paz.
MADELIN: Yo te he dicho varias veces que no quiero oír...pero, bueno, ¿qué me quieres decir?
CONCIENCIA: ¿Agradará a Dios el paso que vas a dar? Como discípulos de Cristo, no te perteneces, has sido comprada por un alto precio, la preciosa sangre de Cristo. Yo quiero advertirte del peligro antes que sea demasiado tarde.
MADELIN: ¡Está bueno ya!... ¡No me hables más! (Se tapa los oídos son las manos).
ORQUIDEA: Pero,...¿qué te está pasando mi amiga? Te noto muy nerviosa.
MADELIN: ¡Nada, nada! Es una voz que no me deja en paz.
(Tocan a la puerta)
ORQUIDEA: Escucho que tocan a la puerta, voy a ver quién es. ¡Oh, es el cartero, y trae una carta para ti! ¡Tómala!
MADELIN: Déjame ver el remitente. ¡Oh, es de mi madre! Léela tú, pues estoy muy nerviosa con esa voz que no me deja tranquila.
ORQUIDEA: Con mucho gusto. Dice así:
Señorita Madelín Pérez
(Dirección)
Querida hija de mi alma:
Permita Cristo que su dulce paz ilumine tu vida y la protección del Espíritu Santo repose sobre ti.
Te escribo desde muy lejos, pues no quiero estar cerca de ti el día de tu boda, ya que mi corazón de madre cristiana sangra copiosamente por tu desobediencia hacia las ordenanzas de Dios. Te empeñas en unir tu vida con un infiel.
Tu no puedes mirar detrás de las escenas presentes, tendidas para tu alma. Recuerda que agravias al Espíritu Santo y pierdes el derecho a su protección. Siempre soñé verte vestida de novia y del brazo de un joven cristiano, y dirigirte al altar del Señor en busca de su bendición.
¡Hija mía! A menos que quieras tener un hogar del que nunca se levanten las sombras, no te unas en matrimonio con un hombre que no sea del pueblo de Dios. Queda muy poco tiempo en este mundo. Pelea la batalla de la vida eterna. Rompe ese compromiso, Cristo te ayudará.
Que el Señor ilumine tu mente y corazón.
Tu madre Lucía.
MADELIN: (Llorando y con las manos cubriéndose el rostro) ¡Qué triste estoy! Pero...yo le he dado mi palabra a ese joven y ¿cómo retractarme?
ORQUIDEA: Vamos al cuarto a orar y el Señor te ayudará. Vamos.
CONCIENCIA: ¡Madelín1 Si has hecho una promesa contraria a las Sagradas Escrituras, retráctala sin dilación. Recuerda que está en juego tu salvación. (Se retiran)
DUO VOCAL
(Un canto apropiado)
(Regresan las dos amigas)
MADELÍN: (Toma papel y pluma y comienza a escribir). Mi amiga ya terminé la carta para Roberto, después de la oración, el Señor me ha fortalecido y quiero ser fiel a Cristo sobre todas las cosas. Ahora vamos a poner la carta al correo. Vamos.
CONCIENCIA: ¡Gracias, Madelín!
(Se retiran)
ROBERTO: (Entra pensativo con la carta entre las manos abre la carta).
Señor Roberto Casamayor
(Dirección)
Apreciado amigo:
Te hago estas líneas para comunicarte mi decisión definitiva de romper nuestro compromiso nupcial, pues debo ser fiel a Cristo.
Quiero que me comprendas, que entre tus gustos y los míos, hay diferencias. El Señor ha prohibido el matrimonio entre una señorita cristiana y un joven que no lo es. Desde este momento queda roto nuestro compromiso de boda.
Que Dios ilumine tu mente para que puedas apreciar el alto precio que Cristo pagó en la cruz por nuestra salvación. Busca a Cristo mientras puede ser hallado.
Tú amiga, Madelín.
ROBERTO: ¡Fanática...mil veces fanática. ¡Dejarme a mí por esa religión para viejos! (Rompe la carta)
CARLOS: (Entra rápidamente) ¡Roberto mi buen amigo, hace mucho rato que te estoy buscando para que me acompañes a un baile en casa de unas amigas.
ROBERTO: Estoy triste, no quiero ir, pues Madelín rompió con nuestro compromiso nupcial. Yo estoy seguro que han sido los consejos del pastor y de la madre, que son unos tremendos fanáticos.
CARLOS: No importa, muchachas bonitas se sobran en el mundo, vamos para la fiesta y todo se te olvidará ¡vamos!
ROBERTO: Bueno...la verdad era que yo, en esto del fin del mundo no creo, y yo estaba engañando a Madelín, pues cuando fuera mi esposa me tendría que respetar y dejar esa religión. Vamos para la fiesta que me quiero dar unos tragos para olvidar. ¡Fanática, mil veces fanática!
(Se retiran para el baile)
CONCLUSION: Director o el pastor si está presente.
HIMNO FINAL: H.A. No. 512 ORACION FIN
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ALGUN DIA LA ENCONTRARE
NOTA: Este programa puede ser utilizado para el día de las madres. Damos algunas ideas como preámbulo; luego comenzará el programa en sí.
Se colocan en la cortina tres corazones: una mayor en el centro que dice: Dios, uno más pequeño en cada lado que dicen respectivamente: padre y madre y en cima de los tres las palabras HOGAR FELIZ.
En el centro de la plataforma un trono, muchas flores.
Con una suave y dulce música desfila por el pasillo de la iglesia una madre que ostenta una bella corona en su cabeza, en el pecho un letrero que dice: «Madre». Delante de ella irán dos niñas regando flores o pétalos. Detrás le seguirá un séquito de varios niños. La madre llevará en sus manos una Biblia grande y los niños Biblia pequeñas junto a sus corazones. Mientras entran por el pasillo alguien recita la poesía «La más bella reina».
Al llegar a la plataforma la reina madre se sienta y los niños la rodean. Allí se le brinda un homenaje a las madres: cantos, poesías, etc., de acuerdo con las posibilidades del lugar. Al final todos los niños que están en la plataforma cantarán un canto especial a las madres, luego salen todos hacia atrás mientras se escucha la música.
La introducción al programa se puede hacer con la madre sentada en el trono, antes de que se retiren.
INTRODUCCION: Sí, mis amados, la madre es la más bella de las reinas. Es la reina del hogar, del corazón de su esposo y de sus hijos.
Si la presencia de la madre el hogar se torna solitario, mustio y frío como un desierto. Es ella la que imparte calor, bondad, dulzura, amor...
Su misión en este mundo es más grande que la de un ángel y más delicada que la de un artista y artífice; es ella la que forma, pule y modela... educa a sus hijos para que ocupen un lugar digno en este mundo y los prepara para habitar en el cielo. Quizá nadie la comprenda, quizá nadie la consuele en sus horas trises, quizá nadie en este mundo la sostenga cuando está cansada, pero, oh madre, oh reina suprema del amor. ! Cuántas veces tus hijos te han visto de rodillas, cuántas con la Biblia entre tus manos, cuántas veces se ha sentado a tu lado y has llorado con ellos, cuán a menudo has compartido sus tristezas, sus alegrías, sus enojos... cuántas veces te has desvelado por ellos!... Tus palabras y el bello ejemplo de tu vida abnegada están grabados en el alma de los tuyos con cincel de oro y fuego. Tu influencia, madre, en nuestras vidas es imperecedera, eterna.
¿Y sabes una cosa madre? ¿Sabes por qué has resistido en tus luchas sin desmayar? ¿Sabes cómo es que has podido seguir adelante cuando te faltaban ya las fuerzas? Porque no has estado sola. Hay uno que te ama y comprende más que todos, uno que no te ha abandonado nunca, uno que es todo amor, bondad, misericordia y sacrificio. Uno que ama con amor eterno, como tú, madre querida. Sí, tú lo conoces muy bien, es tu compañero inseparable: Es Jesús, aquel que te cuida, te sostiene y te acompaña en tus horas de soledad y tristeza. Cuando tu corazón sufre y gime por tus hijos, cuando por las noches velas y oras por ellos, Jesús te repite con voz dulce y amorosa: «Madre, duerme tranquila, yo velare por ellos, yo te los traeré de regreso, yo los ampararé bajo mis alas, «MADRE, YO SALVARE A TUS HIJOS».
Dios te bendiga madre, Dios te conceda el gozo de trasladar tu hogar al cielo.
NARRADOR: Presenciaremos a continuación la historia verídica de un niño que fue arrebatado de su hogar, pero la influencia y el amor de su madre le siguieron a través de su vida, de tal manera que se propuso encontrar a su madre y que cuando estuviera de nuevo frente a ella, ésta se sintiera orgullosa de su hijo.
Este niño pertenecía al pueblo africano de los Yorubas. Un día, mientras jugaban en la playa observó algo extraño. Muy cerca de allí había anclado un barco, del cual descendió un bote. Al llegar a la playa varios hombres descendieron de él y ... Veamos lo que sucedió.
(Varios hombres vienen por el pasillo, el niño los recibe al llegar adelante).
HAMBRE 1: Buenos días, pequeño, venimos a visitarte
NIÑO: ?Quiénes son Uds. y a qué han venido
HOMBRE 2: Somos gente buena, no temas, somos tus amigos y hemos venido a buscarte para darte un paseíto
HOMBRE 3: Sí, irás a conocer nuestras tierras que son tan hermosas como las tuyas. (Lo agarra fuertemente por una mano, el niño trata de huir, otro saca una soga y le amarra las manos
NIÑO: ¡Suéltenme, suéltenme, yo no quiero ir con Uds. ¡ Suéltenme! ¡Mamá, papá! (Le tapan la boca y se lo llevan)
HOMBRE 2: Vamos, vamos, ya eres nuestro esclavo
HOMBRE 3: Sí, te venderemos junto con los otros que tenemos en el barco. Verás que hay muchos iguales que tú. Todos son nuestros esclavos y los venderemos al llegar a Portugal. Estate tranquilo y no forsajees más para que no tenga que pegarte, nadie, nadie va a venir a librarte, vamos muchachos
NARRADOR: El niño fue llevado a Portugal y vendido como esclavo. Cuánto sufrió esta infeliz criatura, cuánto lloraba y pensaba en su hogar, en sus padres, en sus hermanos. Por las noches, en medio de su llanto recordaba a su dulce y buena madre, recordaba aquellos cantos que ella le cantaba para que se durmiera (Se puede escuchar de atrás un canto de cuna aparente).
Pasó el tiempo y el niño ya era un jovencito, trabajaba como esclavo en una plantación y a menudo le mandaban a hacer mandados a un pueblecito cercano. El observaba detenidamente el rostro de cada mujer que se encontraba en su camino, no había olvidado el rostro de su madre a quien tanto amaba.
(Aparecen varias mujeres con cestas y mantas. El niño se detiene a mirarlas
MUJER 1: Niño, ?a quién buscas? ?Andas perdido
NIÑO: Busco a mi madre
MUJER 2: ?A tu madre? ?Dónde la perdiste? Ah, ya veo, eres un esclavo. ?De donde te trajeron?
NIÑO: Soy un Yoruba
MUJER 3: Qué tiempo hace que saliste de tu hogar
NIÑO: No sé, hace mucho tiempo.
MUJER 1: ?Y crees que vas a encontrar a tu madre? Seguramente nunca más la volverás a ver, es mejor que te olvides de eso
NIÑO: Olvidarme de mi madre? !Jamás la olvidaré! Es más, estoy seguro de que «algún día la encontraré». (Se aleja).
MUJER 2: !Pobre niño esclavo, ojalá encuentre de nuevo a su madre!
PARTE ESPECIAL: «Hogar de mis recuerdos».
NARRADOR: Pasó el tiempo y el niño trabajó, luchó, ahorró hasta el último centavo, y así un día pudo comprar su libertad. Su primer deseo fue regresar a su pueblo y reunirse con los suyos, sobre todo le obsesionaba la idea de volver a su madre.(Aparece ya como un joven; se encuentra a un señor por el pasillo).
JOVEN: Dígame señor, ?cómo puedo llegar hasta la tierra de Yoruba?
HOMBRE: ?Yoruba? Nunca he ido a ese lugar, pero precisamente oí anoche de dos hombres que trabajan cerca de aquí y me dijeron que son de ese lugar, de Yoruba.
JOVEN: Dígame, por favor, dónde puedo encontrar esos hombres.
HOMBRE: Allá, en aquel cuarto que está al lado del manglar. Allí los encontrarás (el muchacho se aleja presuroso por el sendero) (Aparecen varios hombres conversando, mientras hacen como que tejen sogas).
JOVEN: Buenas tardes, amigos.
HOMBRE A: Llégate chico y ayúdanos un poco, hay trabajo para tí también.
JOVEN: Busco a unos hombres de Yoruba.
HOMBRE B: Nosotros dos somos de Yoruba (Señalando a otro) ?Para qué quieres vernos? ?Eres acaso de Yoruba también?
JOVEN: Sí, soy de Yoruba y quiero regresar a mis tierras.
HOMBRE C: ?Acaso no eres esclavo? ?Piensas escapar? No es fácil, Yoruba está muy lejos de aquí, tienes que cruzar el mar y viajar mucho, te atraparán antes de llegar.
JOVEN: Yo, ya no soy esclavo, tengo los papeles de mi libertad, ahora que soy libre quiero regresar a los míos, solo quiero que me indiquen la forma de llegar hasta allá.
HOMBRE A: ¿A que familia perteneces? Quizás nosotros los conozcamos. Nosotros vinimos de allá hace poco. ¿ A qué aldea pertenece tu familia? (Continúan hablando quedamente mientras el narrador explica).
NARRADOR: El jovencito le dio todos los detalles de su aldea y su familia. Tenía esperanzas de volver a su tierra, encontrarse de nuevo con su hogar, con sus seres queridos, con su madre... pero fue mucha su tristeza y su incertidumbre cuando aquellos hombres le dijeron que su madre, ya viuda y solitaria, pensando que jamás su hijo ausente volvería, se marchó de aquel lugar y nadie más había sabido de ella. El joven entonces exclamó:
JOVEN: No importa que nadie sepa donde está mi madre, yo sé que algún día la encontraré y quiero que cuando la encuentre no se avergüence de que yo sea su hijo. Seré un hombre honrado y trabajador y seguiré buscando a mi madre hasta encontrarla. Cuando me vea ella se sentirá orgullosa de que yo sea su hijo.
HOMBRE A: Dios te ayude a encontrar a tu madre.
PARTE ESPECIAL:
NARRADOR: ?Cómo podría este jovencito vagabundo cumplir su ambición? Ante todo se propuso aprender a leer y a escribir, con los pocos centavos que tenía compró una cartilla de alfabeto y comenzó a estudiar. Poco después una familia lo recogió. (Aparece hablando con los esposos Crowter)
SR.CROWTER: Pareces un muchacho noble y bueno, nos has demostrado que eres trabajador y honrado; en el tiempo que has trabajado con nosotros te has ganado nuestro cariño, nos has contado tu historia y no quisiéramos que continuaras vagando de un lugar a otro y pasando trabajos, por lo tanto te proponemos que quedes con nosotros, serás un miembro más de nuestra familia.
JOVEN: Les agradezco lo buenos que han sido ustedes conmigo, nunca nadie me había tratado como a una persona y no me siento digno de pertenecer a su distinguida familia, me conformo con quedar como uno de sus trabajadores y serles útil en todo lo que esté a mi alcance.
SR.CROWTER: Mi esposa y yo te hemos tomado cariño, quedarás aquí en la casa con nosotros, tenemos confianza en que siempre te comportarás correctamente.
SRA.COWTER: Sí, yo también quiero que quedes con nosotros, para mí eres ya como un hijo, queremos que lleves también nuestro apellido, ya que no tienes ninguno, pero para eso debemos buscarte un nombre. ¿Cuál te gustaría?
JOVEN: Cualquiera me queda bien... escoja usted el que más le guste.
SRA.CROWTER: Este... déjame pensar un momento... ya sé, qué te parece el nombre de Samuel... sí, Samuel fue un gran hombre de Dios, fue un profeta y nunca se le conoció pecado, es decir, cosas malas en su vida. Qué te parece ese nombre... Samuel.
JOVEN: Sí perteneció a un hombre así, me gusta. Les agradezco que me adopten como miembro de la familia, y les prometo que no les pesará, pero sobre todo quiero que me ayuden a encontrar a mi madre.
SR.CROWTER: Te lo prometo, te ayudaremos en todo lo que está a nuestro alcance; ahora vamos a buscar tus cosas, desde hoy dormirás aquí en la casa.
SRA.CROWTER: Ah, y también asistirás con nosotros a la iglesia, quiero que seas un verdadero cristiano; que conozcas a Jesús y le ames de todo corazón.
JOVEN: ¿Conocer a Jesús? ?Quién es el? Nunca he oído hablar de él.
SRA.CROWTER: Jesús es un amigo bueno, que nos ama mucho y siempre está dispuesto a ayudarnos. El nos concede todo lo que le pedimos de corazón.
JOVEN: Si es como usted dice, seré su amigo también, quizás me ayude a encontrar a mi madre.
SR.CROWTER: Vamos, vamos ahora que ya es tarde y debemos terminar el trabajo y recoger tus cosas.
NARRADOR: Samuel, que ahora era el nombre del joven de nuestra historia, se comportó correctamente, trabajó, estudió y entregó su vida a Jesús. Al poco tiempo pudo comenzar sus estudios superiores y llegó a ser un Maestro, por varios años se dedicó a la enseñanza. En cada lugar que visitaba y cada mujer que encontraba buscaba siempre aquel rostro querido que nunca había olvidado: El rostro de su madre. Escuchemos su oración a Dios. (Se escucha desde atrás su voz).
SAMUEL: Amado Dios, te doy gracias por tu amor y tu sacrificio por mí. Te entrego una vez más mi corazón y mi vida y te suplico que me ayudes a encontrar a mi madre. Señor, no permitas que ninguno de los dos muera sin habernos encontrado antes. Mi corazón me dice que vive aún y que la voy a encontrar. Yo sé que un día la encontraré con tu ayuda, Señor. Gracias por el sacrificio de Cristo por mí, Amén.
NARRADOR: Después de servir varios años de Maestro, Samuel se dedicó por entero al ministerio cristiano y en 1864 fue ordenado al rango de pastor. Fue el primer pastor africano. Su utilidad aumentaba cada día. Además de oficiar como pastor de iglesia se dedicó también a explorar y descubrir nuevas tierras. Viajaba por selvas, valles y montañas, cruzaba y descubría nuevas regiones y ríos hasta entonces desconocidos, todo en su afán de «Encontrar a su madre».
La Sociedad Geográfica Real Británica le obsequió una vez con un reloj de oro como presente de reconocimiento por sus exploraciones y descubrimientos.
También ayudó a traducir la Biblia y otros libros a la lengua Yoruba, su lengua nativa.
Así pasaron los años, ya el pastor Samuel Crowter comienza a encanecer y todavía no había encontrado a su madre, a veces dudaba un poco y pensaba:
SAMUEL: Ya mi madre estará muy anciana, quizás haya muerto, pero no, mi corazón me dice que vive y que «algún día la encontraré».
NATIVO: Pastor, he venido a verle porque la niña mía está muy enferma, venga para que ore por ella y le dé algún remedio para que se sane.
SAMUEL: Vamos, ?donde está tu niña?
NATIVO: Allá, allá lejos en la selva, hay que caminar mucho y cruzar el río.
SAMUEL: No importa, vamos enseguida. No te aflijas, Dios sanará a tu niña.
NARRADOR: El servicio del Pastor no era fácil, a menudo, como vemos, lo llamaban a la selva, donde la fiebre asolaba. Se lo llamaba a menudo para visitar a los enfermos y a todos consolaba y guiaba al Médico Divino, al Salvador.
Cierta mañana, cuando regresaba cansado de hacer esas visitas sintió que una mujer desconocida le puso la mano sobre el hombro. Vamos... (Aparece una anciana con aspecto humilde).
SAMUEL: ?Qué deseas, buena mujer?
ANCIANA: Deseo bautizarme.
NARRADOR: Al volverse y mirar aquel rostro, Samuel sintió un gran estremecimiento en su corazón, aquel rostro envejecido, marcado por las arrugas, aquellos ojos dulces y tristes le recordaban otros ojos, otro rostro joven y querido, que nunca había podido olvidar. Ahogado casi por la emoción le preguntó:
SAMUEL: Dime mujer, ?quién eres y de dónde has venido? ?Cómo conoces a Jesús?
ANCIANA: He venido de muy lejos, soy de otras tierras, conocí a Jesús y le amo porque él ha sido bueno conmigo. Me he quedado sola en la vida y él me ha ayudado. He sufrido mucho, hace años perdí un hijo. Jesús me ha consolado y por eso quiero que me bautices para ser una verdadera cristiana.
SAMUEL: Dime mujer, ?cuál es tu país y tu tierra natal? ?Cómo fue que perdiste a tu hijo? ?Qué edad tenía cuando lo perdiste?
ANCIANA: Era un niñito, jugaba cerca del mar y vinieron unos hombres malos en un barco y me lo robaron (Solloza)... No sé qué ha sido de mi hijo, salí de Yoruba para ver si algún día lo encontraba...
SAMUEL: Madre, madre querida, yo soy, yo soy tu hijo (La abraza y la besa).
ANCIANA: ¡Pero, cómo, cómo va a ser usted mi hijo...usted es el pastor...!
SAMUEL: Sí madre, yo soy tu hijo, aquel niñito que robaron de la playa de Yoruba. Nunca te he olvidado, madre mía, he dedicado mi vida al bien para que cuando me encontraras te sintieras orgullosa de mí. Soy tu hijo (la abrasa)
ANCIANA: Hijo mío, gracias doy a Dios por haberte encontrado. Ya no vagaré sola por el mundo, ahora tengo a mi hijo querido, casi no puedo creerlo, mi hijo...mi hijo...
SAMUEL: Sí madre, Dios ha sido bueno con nosotros, yo sabía que con su ayuda «algún día te encontraría», ahora vamos, vivirás conmigo, cuidaré de ti y juntos serviremos a nuestro amado Dios. Gracias Señor por haber encontrado a mi madre.
HIMNO FINAL CONCLUSIÓN ORACIÓN FIN
Se colocan en la cortina tres corazones: una mayor en el centro que dice: Dios, uno más pequeño en cada lado que dicen respectivamente: padre y madre y en cima de los tres las palabras HOGAR FELIZ.
En el centro de la plataforma un trono, muchas flores.
Con una suave y dulce música desfila por el pasillo de la iglesia una madre que ostenta una bella corona en su cabeza, en el pecho un letrero que dice: «Madre». Delante de ella irán dos niñas regando flores o pétalos. Detrás le seguirá un séquito de varios niños. La madre llevará en sus manos una Biblia grande y los niños Biblia pequeñas junto a sus corazones. Mientras entran por el pasillo alguien recita la poesía «La más bella reina».
Al llegar a la plataforma la reina madre se sienta y los niños la rodean. Allí se le brinda un homenaje a las madres: cantos, poesías, etc., de acuerdo con las posibilidades del lugar. Al final todos los niños que están en la plataforma cantarán un canto especial a las madres, luego salen todos hacia atrás mientras se escucha la música.
La introducción al programa se puede hacer con la madre sentada en el trono, antes de que se retiren.
INTRODUCCION: Sí, mis amados, la madre es la más bella de las reinas. Es la reina del hogar, del corazón de su esposo y de sus hijos.
Si la presencia de la madre el hogar se torna solitario, mustio y frío como un desierto. Es ella la que imparte calor, bondad, dulzura, amor...
Su misión en este mundo es más grande que la de un ángel y más delicada que la de un artista y artífice; es ella la que forma, pule y modela... educa a sus hijos para que ocupen un lugar digno en este mundo y los prepara para habitar en el cielo. Quizá nadie la comprenda, quizá nadie la consuele en sus horas trises, quizá nadie en este mundo la sostenga cuando está cansada, pero, oh madre, oh reina suprema del amor. ! Cuántas veces tus hijos te han visto de rodillas, cuántas con la Biblia entre tus manos, cuántas veces se ha sentado a tu lado y has llorado con ellos, cuán a menudo has compartido sus tristezas, sus alegrías, sus enojos... cuántas veces te has desvelado por ellos!... Tus palabras y el bello ejemplo de tu vida abnegada están grabados en el alma de los tuyos con cincel de oro y fuego. Tu influencia, madre, en nuestras vidas es imperecedera, eterna.
¿Y sabes una cosa madre? ¿Sabes por qué has resistido en tus luchas sin desmayar? ¿Sabes cómo es que has podido seguir adelante cuando te faltaban ya las fuerzas? Porque no has estado sola. Hay uno que te ama y comprende más que todos, uno que no te ha abandonado nunca, uno que es todo amor, bondad, misericordia y sacrificio. Uno que ama con amor eterno, como tú, madre querida. Sí, tú lo conoces muy bien, es tu compañero inseparable: Es Jesús, aquel que te cuida, te sostiene y te acompaña en tus horas de soledad y tristeza. Cuando tu corazón sufre y gime por tus hijos, cuando por las noches velas y oras por ellos, Jesús te repite con voz dulce y amorosa: «Madre, duerme tranquila, yo velare por ellos, yo te los traeré de regreso, yo los ampararé bajo mis alas, «MADRE, YO SALVARE A TUS HIJOS».
Dios te bendiga madre, Dios te conceda el gozo de trasladar tu hogar al cielo.
PRIMERA ESCENA
NARRADOR: Presenciaremos a continuación la historia verídica de un niño que fue arrebatado de su hogar, pero la influencia y el amor de su madre le siguieron a través de su vida, de tal manera que se propuso encontrar a su madre y que cuando estuviera de nuevo frente a ella, ésta se sintiera orgullosa de su hijo.
Este niño pertenecía al pueblo africano de los Yorubas. Un día, mientras jugaban en la playa observó algo extraño. Muy cerca de allí había anclado un barco, del cual descendió un bote. Al llegar a la playa varios hombres descendieron de él y ... Veamos lo que sucedió.
(Varios hombres vienen por el pasillo, el niño los recibe al llegar adelante).
HAMBRE 1: Buenos días, pequeño, venimos a visitarte
NIÑO: ?Quiénes son Uds. y a qué han venido
HOMBRE 2: Somos gente buena, no temas, somos tus amigos y hemos venido a buscarte para darte un paseíto
HOMBRE 3: Sí, irás a conocer nuestras tierras que son tan hermosas como las tuyas. (Lo agarra fuertemente por una mano, el niño trata de huir, otro saca una soga y le amarra las manos
NIÑO: ¡Suéltenme, suéltenme, yo no quiero ir con Uds. ¡ Suéltenme! ¡Mamá, papá! (Le tapan la boca y se lo llevan)
HOMBRE 2: Vamos, vamos, ya eres nuestro esclavo
HOMBRE 3: Sí, te venderemos junto con los otros que tenemos en el barco. Verás que hay muchos iguales que tú. Todos son nuestros esclavos y los venderemos al llegar a Portugal. Estate tranquilo y no forsajees más para que no tenga que pegarte, nadie, nadie va a venir a librarte, vamos muchachos
SEGUNDA ESCENA
NARRADOR: El niño fue llevado a Portugal y vendido como esclavo. Cuánto sufrió esta infeliz criatura, cuánto lloraba y pensaba en su hogar, en sus padres, en sus hermanos. Por las noches, en medio de su llanto recordaba a su dulce y buena madre, recordaba aquellos cantos que ella le cantaba para que se durmiera (Se puede escuchar de atrás un canto de cuna aparente).
Pasó el tiempo y el niño ya era un jovencito, trabajaba como esclavo en una plantación y a menudo le mandaban a hacer mandados a un pueblecito cercano. El observaba detenidamente el rostro de cada mujer que se encontraba en su camino, no había olvidado el rostro de su madre a quien tanto amaba.
(Aparecen varias mujeres con cestas y mantas. El niño se detiene a mirarlas
MUJER 1: Niño, ?a quién buscas? ?Andas perdido
NIÑO: Busco a mi madre
MUJER 2: ?A tu madre? ?Dónde la perdiste? Ah, ya veo, eres un esclavo. ?De donde te trajeron?
NIÑO: Soy un Yoruba
MUJER 3: Qué tiempo hace que saliste de tu hogar
NIÑO: No sé, hace mucho tiempo.
MUJER 1: ?Y crees que vas a encontrar a tu madre? Seguramente nunca más la volverás a ver, es mejor que te olvides de eso
NIÑO: Olvidarme de mi madre? !Jamás la olvidaré! Es más, estoy seguro de que «algún día la encontraré». (Se aleja).
MUJER 2: !Pobre niño esclavo, ojalá encuentre de nuevo a su madre!
PARTE ESPECIAL: «Hogar de mis recuerdos».
TERCERA ESCENA
NARRADOR: Pasó el tiempo y el niño trabajó, luchó, ahorró hasta el último centavo, y así un día pudo comprar su libertad. Su primer deseo fue regresar a su pueblo y reunirse con los suyos, sobre todo le obsesionaba la idea de volver a su madre.(Aparece ya como un joven; se encuentra a un señor por el pasillo).
JOVEN: Dígame señor, ?cómo puedo llegar hasta la tierra de Yoruba?
HOMBRE: ?Yoruba? Nunca he ido a ese lugar, pero precisamente oí anoche de dos hombres que trabajan cerca de aquí y me dijeron que son de ese lugar, de Yoruba.
JOVEN: Dígame, por favor, dónde puedo encontrar esos hombres.
HOMBRE: Allá, en aquel cuarto que está al lado del manglar. Allí los encontrarás (el muchacho se aleja presuroso por el sendero) (Aparecen varios hombres conversando, mientras hacen como que tejen sogas).
JOVEN: Buenas tardes, amigos.
HOMBRE A: Llégate chico y ayúdanos un poco, hay trabajo para tí también.
JOVEN: Busco a unos hombres de Yoruba.
HOMBRE B: Nosotros dos somos de Yoruba (Señalando a otro) ?Para qué quieres vernos? ?Eres acaso de Yoruba también?
JOVEN: Sí, soy de Yoruba y quiero regresar a mis tierras.
HOMBRE C: ?Acaso no eres esclavo? ?Piensas escapar? No es fácil, Yoruba está muy lejos de aquí, tienes que cruzar el mar y viajar mucho, te atraparán antes de llegar.
JOVEN: Yo, ya no soy esclavo, tengo los papeles de mi libertad, ahora que soy libre quiero regresar a los míos, solo quiero que me indiquen la forma de llegar hasta allá.
HOMBRE A: ¿A que familia perteneces? Quizás nosotros los conozcamos. Nosotros vinimos de allá hace poco. ¿ A qué aldea pertenece tu familia? (Continúan hablando quedamente mientras el narrador explica).
NARRADOR: El jovencito le dio todos los detalles de su aldea y su familia. Tenía esperanzas de volver a su tierra, encontrarse de nuevo con su hogar, con sus seres queridos, con su madre... pero fue mucha su tristeza y su incertidumbre cuando aquellos hombres le dijeron que su madre, ya viuda y solitaria, pensando que jamás su hijo ausente volvería, se marchó de aquel lugar y nadie más había sabido de ella. El joven entonces exclamó:
JOVEN: No importa que nadie sepa donde está mi madre, yo sé que algún día la encontraré y quiero que cuando la encuentre no se avergüence de que yo sea su hijo. Seré un hombre honrado y trabajador y seguiré buscando a mi madre hasta encontrarla. Cuando me vea ella se sentirá orgullosa de que yo sea su hijo.
HOMBRE A: Dios te ayude a encontrar a tu madre.
PARTE ESPECIAL:
CUARTA ESCENA
NARRADOR: ?Cómo podría este jovencito vagabundo cumplir su ambición? Ante todo se propuso aprender a leer y a escribir, con los pocos centavos que tenía compró una cartilla de alfabeto y comenzó a estudiar. Poco después una familia lo recogió. (Aparece hablando con los esposos Crowter)
SR.CROWTER: Pareces un muchacho noble y bueno, nos has demostrado que eres trabajador y honrado; en el tiempo que has trabajado con nosotros te has ganado nuestro cariño, nos has contado tu historia y no quisiéramos que continuaras vagando de un lugar a otro y pasando trabajos, por lo tanto te proponemos que quedes con nosotros, serás un miembro más de nuestra familia.
JOVEN: Les agradezco lo buenos que han sido ustedes conmigo, nunca nadie me había tratado como a una persona y no me siento digno de pertenecer a su distinguida familia, me conformo con quedar como uno de sus trabajadores y serles útil en todo lo que esté a mi alcance.
SR.CROWTER: Mi esposa y yo te hemos tomado cariño, quedarás aquí en la casa con nosotros, tenemos confianza en que siempre te comportarás correctamente.
SRA.COWTER: Sí, yo también quiero que quedes con nosotros, para mí eres ya como un hijo, queremos que lleves también nuestro apellido, ya que no tienes ninguno, pero para eso debemos buscarte un nombre. ¿Cuál te gustaría?
JOVEN: Cualquiera me queda bien... escoja usted el que más le guste.
SRA.CROWTER: Este... déjame pensar un momento... ya sé, qué te parece el nombre de Samuel... sí, Samuel fue un gran hombre de Dios, fue un profeta y nunca se le conoció pecado, es decir, cosas malas en su vida. Qué te parece ese nombre... Samuel.
JOVEN: Sí perteneció a un hombre así, me gusta. Les agradezco que me adopten como miembro de la familia, y les prometo que no les pesará, pero sobre todo quiero que me ayuden a encontrar a mi madre.
SR.CROWTER: Te lo prometo, te ayudaremos en todo lo que está a nuestro alcance; ahora vamos a buscar tus cosas, desde hoy dormirás aquí en la casa.
SRA.CROWTER: Ah, y también asistirás con nosotros a la iglesia, quiero que seas un verdadero cristiano; que conozcas a Jesús y le ames de todo corazón.
JOVEN: ¿Conocer a Jesús? ?Quién es el? Nunca he oído hablar de él.
SRA.CROWTER: Jesús es un amigo bueno, que nos ama mucho y siempre está dispuesto a ayudarnos. El nos concede todo lo que le pedimos de corazón.
JOVEN: Si es como usted dice, seré su amigo también, quizás me ayude a encontrar a mi madre.
SR.CROWTER: Vamos, vamos ahora que ya es tarde y debemos terminar el trabajo y recoger tus cosas.
QUINTA ESCENA
NARRADOR: Samuel, que ahora era el nombre del joven de nuestra historia, se comportó correctamente, trabajó, estudió y entregó su vida a Jesús. Al poco tiempo pudo comenzar sus estudios superiores y llegó a ser un Maestro, por varios años se dedicó a la enseñanza. En cada lugar que visitaba y cada mujer que encontraba buscaba siempre aquel rostro querido que nunca había olvidado: El rostro de su madre. Escuchemos su oración a Dios. (Se escucha desde atrás su voz).
SAMUEL: Amado Dios, te doy gracias por tu amor y tu sacrificio por mí. Te entrego una vez más mi corazón y mi vida y te suplico que me ayudes a encontrar a mi madre. Señor, no permitas que ninguno de los dos muera sin habernos encontrado antes. Mi corazón me dice que vive aún y que la voy a encontrar. Yo sé que un día la encontraré con tu ayuda, Señor. Gracias por el sacrificio de Cristo por mí, Amén.
NARRADOR: Después de servir varios años de Maestro, Samuel se dedicó por entero al ministerio cristiano y en 1864 fue ordenado al rango de pastor. Fue el primer pastor africano. Su utilidad aumentaba cada día. Además de oficiar como pastor de iglesia se dedicó también a explorar y descubrir nuevas tierras. Viajaba por selvas, valles y montañas, cruzaba y descubría nuevas regiones y ríos hasta entonces desconocidos, todo en su afán de «Encontrar a su madre».
La Sociedad Geográfica Real Británica le obsequió una vez con un reloj de oro como presente de reconocimiento por sus exploraciones y descubrimientos.
También ayudó a traducir la Biblia y otros libros a la lengua Yoruba, su lengua nativa.
Así pasaron los años, ya el pastor Samuel Crowter comienza a encanecer y todavía no había encontrado a su madre, a veces dudaba un poco y pensaba:
SAMUEL: Ya mi madre estará muy anciana, quizás haya muerto, pero no, mi corazón me dice que vive y que «algún día la encontraré».
NATIVO: Pastor, he venido a verle porque la niña mía está muy enferma, venga para que ore por ella y le dé algún remedio para que se sane.
SAMUEL: Vamos, ?donde está tu niña?
NATIVO: Allá, allá lejos en la selva, hay que caminar mucho y cruzar el río.
SAMUEL: No importa, vamos enseguida. No te aflijas, Dios sanará a tu niña.
NARRADOR: El servicio del Pastor no era fácil, a menudo, como vemos, lo llamaban a la selva, donde la fiebre asolaba. Se lo llamaba a menudo para visitar a los enfermos y a todos consolaba y guiaba al Médico Divino, al Salvador.
Cierta mañana, cuando regresaba cansado de hacer esas visitas sintió que una mujer desconocida le puso la mano sobre el hombro. Vamos... (Aparece una anciana con aspecto humilde).
SAMUEL: ?Qué deseas, buena mujer?
ANCIANA: Deseo bautizarme.
NARRADOR: Al volverse y mirar aquel rostro, Samuel sintió un gran estremecimiento en su corazón, aquel rostro envejecido, marcado por las arrugas, aquellos ojos dulces y tristes le recordaban otros ojos, otro rostro joven y querido, que nunca había podido olvidar. Ahogado casi por la emoción le preguntó:
SAMUEL: Dime mujer, ?quién eres y de dónde has venido? ?Cómo conoces a Jesús?
ANCIANA: He venido de muy lejos, soy de otras tierras, conocí a Jesús y le amo porque él ha sido bueno conmigo. Me he quedado sola en la vida y él me ha ayudado. He sufrido mucho, hace años perdí un hijo. Jesús me ha consolado y por eso quiero que me bautices para ser una verdadera cristiana.
SAMUEL: Dime mujer, ?cuál es tu país y tu tierra natal? ?Cómo fue que perdiste a tu hijo? ?Qué edad tenía cuando lo perdiste?
ANCIANA: Era un niñito, jugaba cerca del mar y vinieron unos hombres malos en un barco y me lo robaron (Solloza)... No sé qué ha sido de mi hijo, salí de Yoruba para ver si algún día lo encontraba...
SAMUEL: Madre, madre querida, yo soy, yo soy tu hijo (La abraza y la besa).
ANCIANA: ¡Pero, cómo, cómo va a ser usted mi hijo...usted es el pastor...!
SAMUEL: Sí madre, yo soy tu hijo, aquel niñito que robaron de la playa de Yoruba. Nunca te he olvidado, madre mía, he dedicado mi vida al bien para que cuando me encontraras te sintieras orgullosa de mí. Soy tu hijo (la abrasa)
ANCIANA: Hijo mío, gracias doy a Dios por haberte encontrado. Ya no vagaré sola por el mundo, ahora tengo a mi hijo querido, casi no puedo creerlo, mi hijo...mi hijo...
SAMUEL: Sí madre, Dios ha sido bueno con nosotros, yo sabía que con su ayuda «algún día te encontraría», ahora vamos, vivirás conmigo, cuidaré de ti y juntos serviremos a nuestro amado Dios. Gracias Señor por haber encontrado a mi madre.
HIMNO FINAL CONCLUSIÓN ORACIÓN FIN
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¿A DONDE CORRES?
Con el rifle acunado en el hueco de sus brazos, su padre iba por un antiguo camino de leñadores casi borrado por la exuberante espesura. Caía la tarde y estaba pensando en regresar al campamento cuando oyó un ruido en los arbustos cerca de el. Antes de que tuviera oportunidad de levantar el rifle, un bultito castaño y blanco corrió hacia el a toda velocidad. Mi amigo se ríe cuando cuenta la historia.
"Todo sucedió tan rápido, que papá apenas tuvo tiempo de pensar. Miro hacia abajo y allí estaba un conejito castaño (en extremo agotado) acurrucado contra sus piernas entre sus botas. La cosita temblaba como una hoja, pero allí estaba sin moverse.
Esto era sumamente raro. Los conejos silvestres tienen miedo de la gente, y ni siquiera es fácil llega a ver alguno... mucho menos uno que venga y se siente en nuestros pies.
Mientras papá trataba de encontrarle explicación a aquello, otro actor entro en la escena: Más abajo en el camino una comadreja saltó al camino, cuando vio a mi padre (y a la que consideraba su presa, sentada a sus pies) el predador quedo congelado, el hocico jadeante, los ojos con un brillo rojo.
Entonces comprendió papá que había irrumpido en medio de un pequeño drama de vida y muerte en el bosque. El conejito, exhausto por la persecución, estaba a solo minutos de la muerte. Papá era su última esperanza de refugio. Olvidando su natural recelo y miedo, el animalito instintivamente se había pegado a el buscando protección de los afilados dientes de su implacable enemigo".
El padre de mi amigo no lo decepcionó: alzó su rifle, apuntó y disparó al suelo justo debajo de la comadreja. El animal pareció saltar casi recto al aire un par de pies y entró disparado hacia el bosque de nuevo, a toda velocidad que sus patas se lo permitían.
Durante un rato el conejito no se movió. Siguió echadito allí, acurrucado entre los pies del hombre, en la tarde que caía poco a poco, mientras el le hablaba suavemente.
¿A dónde fue, chiquitín? No pienso que te molestará por un tiempo. Parece que esta noche te has librado de la trampa.
Pronto el conejito se fue saltando, alejándose de su protector para entrar en el bosque.
¿A dónde corres, querido, en momentos de necesidad?
¿A dónde corres cuando te persiguen predadores como los problemas, las preocupaciones y los temores?
¿Dónde te escondes cuando tu pasado te persigue como un lobo implacable, tratando de destruirte?
¿Dónde buscas protección cuando las comadrejas de la tentación, la corrupción y la maldad amenazan con vencerte?
¿A dónde te vuelves cuando tu energía se agota... cuando la debilidad te embarga y sientes que no puedes huir por mas tiempo?
¿Te vuelves a tu protector, Aquel que esta firme con los brazos abiertos, esperando porque vuelvas y te refugies en la seguridad de todo lo que Él es?
Salmos 18:2
Roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; Escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
Salmos 91:4
Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro: Escudo y adarga es su verdad.
Salmos 9:9
Y será Dios refugio al pobre, Refugio para el tiempo de angustia.
Salmos 62:7
En Dios está mi salvación y mi gloria: En Dios está la roca de mi fortaleza, y mi refugio.
Salmos 139:7
¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás Tú; y si en el seol hiciere mi estrado, he aquí, allí Tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, Aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
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